Javier Fonseca se asoma a la ventana de Verdad de la Buena a través de su ejemplo de superación en perseguir y conseguir su sueño: lo dejó todo para dedicarse a la escritura.
Desde pequeño era aficionado a contar cuentos y poesías a cambio de golosinas. Y cuando creció, pasó a contarlos en cualquier lugar donde hubiera un par de orejas con ganas de escuchar. Ahora, además, los escribe. Le gustaría tener un huerto y saber tocar la armónica.
Trabajo, metáfora, símbolos, emocionarse, seguir aprendiendo, siempre mirar hacia dentro y hacia fuera y buscar la Verdad de la Buena de pensar en los demás son algunos de los sentimientos que le inspiran en su día a día para superarse, escribir y enseñar su pasión a los que acuden a sus cursos de escritura.